Resiliencia

El silencioso impacto del cambio climático en la salud mental

Fortaleciendo la resiliencia física y emocional ante el cambio climático.
EcoCoaching℠ by Mildred Real


La preocupación común más evidente frente al cambio climático es la de prepararse para lidiar con sus efectos en el ambiente. Al pensar en cambio climático, nuestra mente suele asociarlo con la naturaleza: el calor extremo, las tormentas intensas o la devastación de los ecosistemas. Sin embargo, hay otro conjunto de efectos, menos evidentes pero cada vez más relevantes, que están relacionados con nuestra salud. El cambio climático influye en la proliferación de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue o el zika, y en el aumento de problemas respiratorios provocados por la contaminación o los incendios forestales. Estos impactos son tangibles y cuantificables, ya que pueden medirse en números de casos, hospitalizaciones o muertes relacionadas.

Más allá de estas cifras concretas, es importante reflexionar sobre cómo estos fenómenos afectan también nuestra percepción de vulnerabilidad. Los efectos físicos del cambio climático no solo nos recuerdan nuestra fragilidad ante la naturaleza, sino que pueden generar un impacto psicológico profundo, alimentando el estrés, la ansiedad y el temor al futuro. Pero, ¿te has detenido a considerar cómo esta carga emocional influye en tu salud mental y en tu capacidad de enfrentar estos desafíos?

Como seres humanos, nuestra capacidad de empatía nos permite conectar profundamente con el dolor de los demás, como en situaciones de pérdida: la ausencia de un ser querido, de recuerdos valiosos o incluso del hogar. Estas emociones no solo nos acercan a quienes enfrentan estas realidades, sino que también nos exponen al peso emocional de reconocer nuestra propia vulnerabilidad ante desafíos similares. En el contexto del cambio climático, esta empatía amplifica el impacto psicológico al imaginar que podríamos enfrentar las mismas pérdidas, lo que genera un estrés anticipatorio que muchas veces pasa desapercibido.

Aunque no todos hemos vivido esas experiencia directamente, los eventos recientes han acercado estas realidades a muchos de nosotros. En los últimos años, incluso si no hemos enfrentado personalmente tales adversidades, es probable que hayamos sentido empatía por estados o países vecinos que han atravesado esas circunstancias.

Esta conexión emocional refleja nuestra habilidad innata para ponernos en los zapatos de otros, facilitando la comprensión y el apoyo mutuo en tiempos difíciles. Sin embargo, aunque la empatía nos permite ser solidarios frente a las adversidades que el cambio climático trae a las comunidades, también puede conllevar un costo emocional. Al exponernos continuamente a historias de pérdida y sufrimiento relacionadas con el cambio climático, nuestra salud mental puede verse afectada por la ansiedad y el agotamiento emocional. Por eso, es crucial equilibrar nuestra empatía con el cuidado personal y establecer límites saludables. Este balance no solo protege nuestro bienestar, sino que nos ayuda a mantener la energía y la fortaleza necesarias para actuar de manera efectiva en la lucha contra el cambio climático, ya sea apoyando a quienes lo necesitan o impulsando soluciones sostenibles.

Las causas de las pérdidas juegan un papel clave en cómo percibimos el cambio climático y su impacto en nuestras vidas. Por ejemplo, ante una inundación o un incendio forestal, no solo reconocemos el daño físico inmediato, sino también su conexión con patrones climáticos globales. Esto se siente aún más profundamente cuando tales eventos son inesperados o poco comunes en nuestro entorno, generando un sentido de vulnerabilidad y alarma. Incluso aquellos que suelen desconectarse de las noticias o evitar reflexionar sobre el cambio climático han comenzado a relacionar eventos extremos con sus consecuencias globales. Estas asociaciones no solo transforman nuestra percepción del cambio climático, sino que también tienen un impacto emocional al recordarnos cuán frágil es nuestra relación con el entorno. Esta mezcla de pérdida física y emocional nos desafía a procesar los cambios desde un nivel más personal y colectivo, intensificando la necesidad de estrategias para enfrentar sus efectos psicológicos.

Las pérdidas que causa el cambio climático no se limitan al daño físico en el entorno; van más allá, afectando profundamente nuestro sentido de pertenencia. Los espacios que habitamos no son solo territorios físicos: están cargados de recuerdos, tradiciones y conexiones sociales. Cuando perdemos un lugar al que consideramos nuestro hogar, ya sea por un desastre natural o por la necesidad de desplazarnos, también perdemos parte de nuestra identidad. Este desarraigo puede sentirse tan intenso como la pérdida de un ser querido, afectando nuestra estabilidad emocional y nuestra capacidad para adaptarnos a nuevas circunstancias.

El sentido de pertenencia es un pilar fundamental de la resiliencia. Cuando sabemos que pertenecemos a un lugar o comunidad, nos sentimos respaldados, seguros y conectados a algo mayor que nosotros mismos. Estas conexiones sociales nos ayudan a procesar las adversidades y a recuperar el equilibrio emocional después de un evento traumático. Sin embargo, cuando este sentido de pertenencia se ve fracturado —ya sea por el desplazamiento, la pérdida de redes de apoyo o incluso la transformación drástica de nuestro entorno debido al cambio climático—, nuestra capacidad de resiliencia también se debilita.

Además, el sentido de pertenencia no solo nos conecta con un lugar físico, sino también con un propósito compartido. Por ejemplo, las comunidades afectadas por el cambio climático que logran reconstruir su identidad colectiva y establecer nuevos lazos suelen mostrar una mayor capacidad de recuperación. Sin embargo, cuando esta reconstrucción no ocurre, el estrés y la inseguridad pueden perpetuar un ciclo de deterioro emocional, agravando problemas de salud mental como la ansiedad, la depresión e incluso el trauma.

Reconocer la importancia del sentido de pertenencia es esencial para abordar los desafíos psicológicos del cambio climático. Fortalecer las redes de apoyo, reconstruir conexiones comunitarias y preservar el vínculo con nuestra identidad cultural pueden ser herramientas poderosas para recuperar la estabilidad emocional y promover la resiliencia en tiempos de incertidumbre.

Quienes huyen de las zonas de desastre o se ven obligados a desplazarse a lugares conocidos o no. Sufren el trauma de abandonar todo lo que conocen como suyo y, también, el de enfrentarse a un mundo en el que pueden sentirse afectados por las diferencias culturales e inclusive experimentar discriminación.

Además, encontrar un empleo o una nueva fuente de ingresos; adaptarse a una nueva forma de vida, puede ser una fuente considerable de estrés y desesperación.

Y, a ese inmenso desafío, se le suma la presión de las condiciones económicas que los pueden obligar a vivir en condiciones precarias, lo que aumenta su inseguridad emocional y psicológica.

Es natural que surja una preocupación constante por el futuro. ¿Será sostenible la comunidad en el contexto del cambio climático? ¿Qué les depara a sus hijos? Aunque se posea una fortaleza mental asombrosa, enfrentarse repetidamente a estos desafíos puede desgastar la resiliencia de cualquiera.

Por eso, es vital entender que nuestra salud mental y física están interconectadas. Las repercusiones de una pueden agravar la otra. Y, otra consecuencia del desplazamiento, es la pérdida de las redes de apoyo esenciales que te brindan alivio contra el estrés y el trauma.

Así que, te invito a considerar no solo los retos físicos, sino también los emocionales que pueden surgir en situaciones críticas. Al prepararnos, es esencial incluir estrategias para preservar nuestra salud mental. Al cuidar de nosotros mismos emocionalmente, no solo nos fortalecemos, sino que también nos posicionamos para ser un apoyo más eficaz para aquellos que lo necesitan. Prepararse mentalmente no es solo un acto de autocuidado, sino también una extensión de nuestra capacidad de ayudar a los demás.

El Programa Reconecta con Gaia y Toma Acción Climática en EcoInfluencer Academy, es una oportunidad para explorar cómo el cambio climático afecta no solo nuestro entorno físico sino también nuestro bienestar mental.

Te ofrezco recursos y herramientas para prepararte en una forma holística para el reto más desafiante, permanente e inevitable, que enfrentamos como humanidad: Ser resilientes frente al cambio climático.