El 10 de Diciembre celebramos el Día de los Derechos Humanos bajo el lema: "Nuestros derechos, nuestro futuro ¡Ya!". Este lema me invita a reflexionar contigo sobre algo que a veces no conectamos directamente: el derecho humano a un ambiente sano.
¿Sabías que vivir en un entorno limpio, saludable y sostenible no solo es importante, sino que también está reconocido como un derecho humano? Eso quiere decir que tenemos que garantizar que las personas puedan acceder al ejercicio de ese derecho, en otras palabras, que todos en cualquier parte del mundo, podamos vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Pero, los sucesos que hemos enfrentado en los últimos años, nos recuerdan lo lejos que estamos de garantizar este derecho en cualquier parte del mundo.
Hemos visto cómo los eventos climáticos extremos en la nación han impactado comunidades enteras. Desde las intensas lluvias que dejaron ciudades inundadas y vulnerables, hasta la persistente contaminación que amenaza nuestras fuentes de agua, han puesto en evidencia que no todos estamos igualmente preparados para enfrentar los desafíos ambientales.
¿Cómo podemos asegurar que las decisiones que tomemos como sociedad incluyan a todas las personas, especialmente a quienes suelen ser ignorados o dejados atrás?
Aprovechemos este día para reflexionar y comprometernos con la defensa de este derecho. Participemos en las decisiones que moldean nuestro futuro: en las políticas públicas, en el uso de los recursos naturales y en cómo diseñamos las ciudades donde vivimos.
Ahora, imagina esto: ¿Qué pasaría si después de un desastre reconstruyéramos con un enfoque que priorizara la sostenibilidad y la equidad? ¿Si las comunidades que más sufren los impactos ambientales tuvieran, al fin, una voz real en las decisiones? ¿Si cada acción que tomáramos estuviera guiada por el profundo principio de cuidar tanto a las personas como al planeta?
Eso sería realmente ser justos desde el punto de vista ambiental, y juntos, podemos empezar a hacerlo realidad.
Y si además, las acciones para reconstruir incluyeran mecanismos que responsabilicen a quienes han causado los daños, si se priorizara la reparación de las desigualdades históricas en las comunidades afectadas, y si se garantizara que las decisiones incluyan y beneficien equitativamente a las personas y al ambiente, se haría justicia ambiental.
Sé que esto puede sonar grande y fuera de nuestro control, pero quiero recordarte que cada pequeña acción cuenta. Puedes comenzar haciéndote preguntas: ¿cómo puedo reducir mi impacto ambiental desde casa? ¿Qué grupos en mi comunidad están promoviendo prácticas sostenibles? ¿Cómo puedo sumarme o inspirar a otros a participar?
Desde mi experiencia practicando el EcoCoaching℠, he aprendido que las personas descubren un sentido de propósito inconmensurable cuando se suman a una experiencia de conservación; la acción comienza con la reflexión. Te invito a que, hoy, reflexiones conmigo. Pregúntate: ¿qué puedo hacer para garantizar que estos principios de justicia ambiental guíen nuestras decisiones? Tal vez sea exigir más transparencia en las políticas ambientales, apoyar negocios locales sostenibles o simplemente conectar con la naturaleza para recordar lo importante que es protegerla.
Recuerda: los derechos humanos y el bienestar del planeta no son dos caminos separados. Son el mismo viaje, y en ese viaje, cada uno de nosotros tiene un rol que cumplir. Este Día de los Derechos Humanos, te animo a dar un pequeño paso, porque cada paso, por pequeño que sea, nos acerca al futuro justo y sostenible que todos merecemos.