Absolutamente todos queremos disfrutar en el trabajo. De hecho, queremos disfrutar en todas partes. Aunque, a veces, no lo tengamos tan presente; nuestra idea de la vida es pasarla bien. Si en este momento no es tu caso, créeme que puedes hacer que tu tiempo en el trabajo sea una oportunidad para sentirte bien y crecer, enfocándote en equilibrar lo que sabes y lo que sientes.
Te comparto 5 claves para equilibrar las inteligencias emocional y racional en el trabajo:
1. El Autoconocimiento es tu Superpoder:
Pregúntate: ¿Cómo reacciono bajo presión? ¿Qué me motiva? Conocerte permite equilibrar tus emociones y tu lógica cuando estás en el trabajo. Reconoce tu identidad y cómo respondes ante las circunstancias.
¡Saber qué detona el tipo de comportamientos que te gusta tener y los que no te gusta tener es un superpoder!
¿Te pones irritable con facilidad si no desayunas? Pues no llegues al trabajo sin desayunar. A veces, sabemos qué nos hace responder negativamente y aún así, dejamos que suceda. No es justo para ti ni para los demás. Sobretodo si quieres dar lo mejor de ti. En el entorno laboral, es importante conocerse a uno mismo para prevenir que las emociones o la razón nos jueguen malas pasadas. La autoconciencia es el primer paso.
2. Las Emociones, ¿amigas o enemigas?:
¿Dejas que tus sentimientos te dominen? Sentir es humano, pero hay que ser un poco hábil con eso. Si te sientes agobiado, una buena respirada ayuda un montón. Y si estás contento, ¡aprovéchalo! Manejar tus emociones no significa cancelarlas. Se trata de darte cuenta de cómo te sientes y anticipar cómo vas a responder. Si estás a punto de estallar, ¿cómo vas a responder? ¿Eres de las personas que respira y toma distancia o empujas el momento? Las emociones son como esas amigas que nos quieren ayudar pero a veces nos complican. Conoce como te impulsan y regula tus respuestas.
3. Empatía, el Arte de Ponerse en los Zapatos del Otro:
En el lugar de trabajo, la empatía es esencial y muy valiosa. Es necesario ponerse en el lugar de los compañeros y esforzarse por entender sus puntos de vista. Para trabajar en equipo y evitar malentendidos, es esencial una comunicación clara y efectiva.
4. Hablar y Escuchar:
El buen hablante y el buen oyente. La forma en que nos comunicamos influye positiva o negativamente en la relación con otros en el trabajo. Y no basta con saber conversar y entonar las frases en la forma adecuada. Hay que ajustarse al oyente. Y la idea no es decir lo que el interlocutor quiere escuchar sino expresarte en una forma que esa persona se sienta cómoda escuchando lo que quieres decir.
También hay que ser un buen oyente. La escucha activa implica prestar toda tu atención a lo que la otra persona está diciendo para comprender su mensaje, preguntar para aclarar, responder apropiadamente y así recordar la conversación para referencias futuras.
Todos hemos sentido lo desalentador que resulta expresar una inquietud y necesidad y no recibir un feedback adecuado que nos haga sentir escuchados. Y también hemos sentido el poder motivador de sentirnos comprendidos, aún sin ser complacidos. Por eso siempre es más efectivo escuchar que pronunciar mil palabras.
La habilidad de ser buen oyente y buen hablante es valiosa en todas las facetas de nuestra vida. Nos ayuda a comprender lo que hay más allá del comportamiento de las personas; nos hace tener mas empatía y, también ser más asertivos en la comunicación.
Su práctica nos permite crear relaciones sanas basadas en comprender otras perspectivas, aceptar las emociones de otras personas y complementar nuestras ideas sobre asuntos específicos que de otro modo solo abordaríamos con nuestra forma de pensar.
5. Ser Flexible:
La flexibilidad para adaptarnos a los cambios nos ayuda a regular nuestras emociones y pensamientos a diferentes personas y situaciones.
El mundo está en constante cambio. La forma en que los negocios evolucionan y se transforman es cada vez más frecuente. Ser flexible nos permite adaptarnos a nuevos proyectos o políticas de la empresa.
Podemos enfrentar desafíos inesperados con una mentalidad abierta y positiva cuando somos adaptables. Por ejemplo, si hay un cambio de última hora en un proyecto, lo vemos como una oportunidad para aprender y crecer en lugar de resistirnos o estresarnos.
Desarrollar ésta habilidad nos ayuda a reducir el estrés, y es hasta contagiosa porque en los equipos, la capacidad de adaptarse de unos lleva a otros a actuar de la misma manera.